Los domingos
en casa siempre traen recuerdos poco agradables, las ausencias se vuelven aun
más dolorosas más cuando realmente me importan. El sol mañanero se esfuerza en
llegar a cada esquina de mi barrio, de mi casa, menos en mi cuarto o en mi corazón,
aunque debo decir que casi todo el mundo se ha olvidado de la tarde nublada de
ayer en la cual en algún punto de la asquerosa capital leí tu carta, en cierta manera no era una carta, era una cápsula
del tiempo la cual recogió un testimonio de alguien que teóricamente ya no
existe en mi presente, si hubiera leído todo esto antes seguramente mi presente
sería distinto pero, al hombre que le
escribiste ya no existe, ahora es otro …
Así son mis
domingos, me la paso en retrocesos temporales, llenos de ausencias que duelen,
de intentos de acercamientos y de sus posteriores fracasos, domingos en los
cuales me levanto temprano y miro como está
acabando todo en mi vida…
Y aun así,
he sabido sacarle trozos de felicidad a mi existencia, ¿Cuándo vas a entender
que mi felicidad es distinta?, no depende de otras personas, las personas la complementan,
especialmente tú…
Ojala que
los domingos llegasen a ser distintos, tenerte entre mis brazos mientras el sol
nos cubre y nuestro amor crece como el césped, en ese día no me importará
mi pasado o mi futuro porque sencillamente viviré el presente contigo.