Confesiones
inconfesables:
Siempre busco
la mirada de alguna dama que me llame la atención en algún recinto el que me
encuentre,
Trato de sonreírle,
de acercarme, tratar de sentir su proximidad,
Todo ese
movimiento lo hago con cautela, no me interesa vender una imagen de lo que no
soy
Aunque
posiblemente el motivo de nuestro encuentro en ese lugar sea uno más de una serie de motivos que
Perfectamente
sea el detonante de alguna conversación, yo decido no hablar, me callo, guardo
silencio y distancia, dejo escapar ante mis ojos las oportunidades que me trae
el universo
Au que ella
tenga un bello tatuaje del principito en su brazo, aunque le guste la poesía,
tenga los mismos amigos, frecuente las mismas librerías, todo eso no es suficientemente
fuerte para que yo rompa el silencio…
Maldita vergüenza,
ese es el peor sentimiento que puede tener un hombre…
Desearía ser
como el hijo de Port Lligat que ocultaba la vergüenza que carcomía su alma a igual que la mía…
Al final me
pasa lo mismo que al niño del poeta que
se pasa mirando a la niña en la hamaca ¨niño tonto que la mira y no le habla...*¨
·
Poeta
costarricense Gustavo Solórzano Alfaro
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