El crepúsculo del día marca la hora de retornar a casa
A travieso los mares de estorbos humanos
Espejismos de gloriosos pasados de una ciudad agonizante llenan las sucias esquinas
Ya en mi hogar, sentado en el sofá mis ojos son testigos de la marcha circular de las agujas del reloj
Tu mano cargada de ternura proveniente de algún lugar olvidado de mi pasado acaricia mi rostro mientras cruzo el umbral que separa a los mortales de la realidad y los sueños
Tu sombra baila en mi habitación al mismo tiempo que siento tu frío mirar, tus ojos verdes ahora son dos negros abismos que tragan las almas de los desdichados pero que con la mía solo la usas para tus caprichos y juegos
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