¨Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra realidad¨
Ernesto Sábato
El gran maestro titiritero observa su creación de rostro gris y de cuerpo flojo, amarra con extrema precaución las cuerdas que movilizarán la ¨anatomía¨ del títere. En minutos el espectáculo deberá iniciar. El amo de los títeres es dueño y señor de la voluntad de sus creaciones, se siento como un Dios o un demonio que guía la conducta de esos seres que el moviliza con sus hilos…
El público se impacienta, los murmullos y el ruido típico de la entrada de la gente al teatro se incrementan. El maestro titiritero ya está en su posición es decir, permanece en las sombras lejos de la mirada de esa humanidad que espera detrás de esa gruesa y negra cortina que hace esperar a ambas partes (publico y titiritero), la cortina se corre para dar paso a una luz cegadora… la luz de un amanecer en un punto lejano del infinito en el cual un ser celestial permanecía dormido profundamente…
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